
De vez en cuando me vuelvo sorda al lado de algunas personas.
De esas que solo liberan por su boca palabras
vacías, sin sentido y siempre agregando comentarios absurdos de otras personas.
Parece que no saben sumar si no solo restar, hablan y hablan sin parar pero de
esas mil palabras se debe escrudiñar para encontrar solo las buenas.
Y no es por ser pedante o soberbia, pero de vez en cuando se
debe practicar éste arte con terceros. Es muy fácil detectar este tipo de
personas pues lo único que liberan por su boca son oraciones negativas, de esas
que le causan pesadez al cuerpo.
No quiero pasar como la santa, la que no critica. Existen las
críticas constructivas y las destructivas, y estas últimas son las que ese tipo
de personas lleva en su boca pues nunca se las dicen de frente a la otra
persona, siempre andan por ahí sin nada que hacer contándoselas a las demás,
como si eso tuviese mucha importancia para los que estamos ocupados día tras
día. No quiero pasar como la santa, la que no critica. Existen las críticas
constructivas y las destructivas, y estas últimas son las que ese tipo de
personas lleva en su boca pues nunca se las dicen de frente a la otra persona,
siempre andan por ahí sin nada que hacer contándoselas a las demás, como si eso
tuviese mucha importancia para los que estamos ocupados día tras día.
Me rehusó a escuchar los comentarios ajenos, y aunque causen entretenimiento
solo perjudican nuestros pensamientos. Es muy fácil dañar la credibilidad de
una persona con unos simples comentarios dañinos, por eso prefiero no saber
nada y practicar la sordera selectiva.
Igual sucede con esas personas que te hablan y te critican,
haciendo parecer su vida tan perfecta como las palabras que dicen, y que muchas
veces son las mismas personas que se crecen hablando de los demás y hasta de
ti. Es por eso que practico la sordera cuando mi alarma contra este tipo de
personas se enciende, y como dice el refrán de mi abuela “A palabras necias, oídos sordos”.
Fuente: www.elementospe.com
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