Muchos alumnos
desertan porque no encuentran en el centro educativo respuesta a sus intereses,
preocupaciones y problemas. El objetivo principal de las planificaciones, debe
ser tener a los alumnos motivados y contentos. Hay que volver al saber con
sabor, a la escuela como lugar del disfrute en el trabajo gratificante y
compartido. Quedan prohibidas las caras largas, las palabras ofensivas y
desestimulantes, las amenazas, los ejercicios tediosos y aburridos, las
memorizaciones sin entender, los aprendizajes sin sentido. Atrevámonos a proponer
y vivir el servicio como fuente de alegría. No olvidemos nunca que “ser más es
el camino a la perfecta alegría”.
Reflexiona Internamente
¿Me
considero un educador ameno o aburrido? ¿Qué opinarían los alumnos?
¿Disfruto
de mi trabajo educativo?
¿Tengo
problemas serios de disciplina, cómo los enfrento?
Cuando
planifico, ¿busco conscientemente tener a los alumnos motivados y felices? ¿Lo
logro?
¿Qué
me propongo para avanzar en una pedagogía de la genuina alegría?
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