El éxito educacional de un niño no depende tanto del estatus
socioeconómico de su familia como de que sepa disfrutar de la lectura. “No
importa qué, ni cuánto se lea, lo importante es leer”, dice Emili Teixidor. En
su libro La lectura y la vida (Columna), el escritor da algunas claves
imprescindibles para contagiar el hábito lector, “aunque cada maestrillo tenga
su librillo”, afirma.
El primero de los trucos es predicar con el ejemplo, “si quieres cambiar
el mundo, por dónde empezarías, ¿por ti o por lo demás?”, dice. Tanto padres
como educadores deben leer delante de los niños para lograr despertar su
interés. Las lecturas obligatorias a las que se somete a los más pequeños son
contraproducentes, según Teixidor. Cada uno debería encontrar su camino y saber
qué quiere leer, qué tipo de narración es la más adecuada para él, “yo, por
ejemplo, encuentro fantástico poder conversar con Séneca y con Cicerón –afirma–
y sé que muchos otros no soportarían la lectura de los clásicos”.
Con lo que está de acuerdo el escritor es con la denominada “hora del
silencio”, cuya aplicación se ha puesto de moda en algunos colegios. “Es una
hora en la que lee todo el centro, desde los alumnos hasta la directora o el
conserje –cuenta– .Lo importante es facilitar tiempos y espacios para aprender
la disciplina de leer diariamente”.
La planificación de la lectura es un importante elemento para
desarrollar el hábito lector. Pero, sin duda, el mejor truco para incentivar la
lectura es expandir la curiosidad desbocada, la pasión por descubrir mundos,
por conocer personajes, hechos e historias. “Un maestro siempre comenzaba sus
clases hablando de dos libros: el primero lo recomendaba y el segundo lo
prohibía diciendo que sólo podía leerlo él”, recuerda Teixidor. El libro
prohibido era mucho más leído por sus alumnos que el que inicialmente había
recomendado”. La curiosidad siempre mata al gato, potenciarla en lo que a la
lectura se refiere, siempre es un gran aliado.
Fuente: lavanguardia.com
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