
El maestro que intenta enseñar
sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un
hierro frío.
Es
ciertamente muy lógico que la base del aprendizaje sean las ganas de aprender
cosas nuevas. Y, en ocasiones, ser capaz de motivar a los más
pequeños debe implicar repensar la forma de dar clase
Quizá en un
principio puede sonar un poco abrumador, y quizá no sabes muy bien por dónde
empezar a cambiar las cosas. Es por eso que te traemos 10 estrategias que
esperamos puedan orientarte en esta aventura.
Refuérzalos positivamente: Les será muy difícil creer en ellos mismos si no lo haces tú
antes, por lo que además debes demostrárselo con cierta frecuencia. Recuerda
que son ellos el centro de su aprendizaje, ¡dales el protagonismo que se
merecen!
Utiliza diferentes metodologías: Ya que no todos los
estudiantes responden de la misma forma, es importante ir mezclando la forma de
trabajar para que todos puedan disfrutar con aquello que más les gusta. Actividades
individuales, en equipo, investigaciones, juegos… ¡el límite lo pone tu
imaginación!
Da feedback a tus alumnos: Es muy importante que les
expliques dónde se han equivocado y cómo pueden mejorar para la siguiente
ocasión, o pueden sentirse perdidos y perder la motivación pronto.
No tengas miedo a innovar: Aprovecha la fascinación de
los más pequeños por las nuevas tecnologías y prueba diferentes herramientas TIC en tus clases, adaptándolas a sus necesidades y al
tema a tratar.
Sé creativo en el uso del
espacio: Cambia
el escenario de vez en cuando, utilizando los diferentes espacios de la escuela
o del entorno (patio, parque, biblioteca…) o cambiando de orden el mobiliario
pueden ser geniales ideas para hacer las clases diferentes.
Marca objetivos alcanzables: Los retos que plantees
deben de ser lo suficientemente difíciles como para que requieran un esfuerzo
importante (¿conoces el término de ‘zona de confort’?),
pero lo suficientemente realistas como para que no acaben siempre en
frustración.
Utiliza sus vivencias como
recurso educativo: Relacionar los contenidos con la experiencia de tus estudiantes les
permitirá ver la utilidad de lo que están aprendiendo, y les será mucho más
sencillo retener los conocimientos sobre ello.
Sé cercano y atento: Trata a cada estudiante de
forma personalizada, intentando dedicarles tiempo exclusivo para hablar con
ellos sobre temas académicos o extraescolares.
Ayúdales a
superar la frustración: Tus estudiantes necesitan apoyo para
reconocer y superar la ansiedad y frustración. Por tu parte, analiza y estudia
sus diferentes capacidades y adapta las tareas a ellas.
Haz de la curiosidad tu mejor
herramienta: ¿Habías
pensado alguna vez en empezar todas tus clases con una pregunta que llame la
atención de tus estudiantes? Ésta es una forma de despertar su curiosidad por
el tema, pero seguro que puedes encontrar otras muchas adaptadas a sus
preferencias y características.
Fuente: blog.tiching.com
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